Protestas por retiro de 147 atletas del Programa de Apoyo al Deportista (PAD). Renuncia del director de la Dirección Nacional de Deportes Afiliados (Dinadaf). Intervención del titular del Instituto Peruano del Deporte (IPD) para dar marcha atrás en ese propósito y restituir esos beneficios.  

Detrás de esa secuencia hay algunos movimientos y apariciones que pasaron inadvertidos para muchos aficionados. Acá tratamos de ponerlos en evidencia.

Cuando Dinadaf aplicó esa medida estalló la masa crítica. Un intercambio de pareceres entre el renunciante Víctor Aspíllaga y el titular del IPD, Sebastián Suito, concentró la atención en el Estadio Nacional. Ahí confluyeron algunos exdirigentes del IPD, dirigentes inhabilitados del Comité Olímpico Peruano (COP) y algunos deportistas con interés de dar el salto de las pistas de carreras al ámbito dirigencial.

A río revuelto... ganancia de pescadores. Así reza el dicho popular. Al parecer la grita fue asumida con calma por el Ministerio de Educación. Aunque a veces ese tipo de calma precede una nueva tormenta. En política nunca se sabe. 

Primero. El PAD nació estructuralmente muerto. No ha cumplido los objetivos que se planteó y no ha sido bien llevado desde que se puso en marcha. Solo ha servido para multiplicar el conformismo entre los deportistas beneficiarios y no ha mejorado el rendimiento de la mayoría de ellos.

Para la afirmación anterior no hay mejor prueba que los recientes Juegos Panamericanos Lima 2019. Y no hablo solo de conquista de medallas sino de superación personal (aproximación a récords nacionales, por ejemplo) o mejora en la ubicación de las tablas. Los registros son lamentables, con muy raras excepciones. Las posiciones finales dejan mucho que desear. Por lo tanto, cualquier recorte podría tener justificación plena por parte del IPD.

Segundo. El COP emitió una nota de prensa señalando con falsedad a la comunidad deportiva que “peligra participación de Perú en Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por injerencia del tribunal deportivo del IPD”.

En esa comunicación hablan de Pedro del Rosario como “directivo”, también afirman que han enviado una carta firmada por Napoleón Valdez (quien tiene sanción en doble instancia) y los demás directivos del COP. En fin, esa nota de prensa solo prueba el desacato permanente de esa asociación.

Finalmente, entre las atletas que aparecen en el reclamo está Paola Mautino, quien también figura desde 2016 como vicepresidenta de la Liga de Atletismo de La Molina. En ese directorio el presidente es nada menos que Óscar Fernández, expresidente del IPD y en su momento obligado a renunciar por haber contratado para ese ente público a tres amigas de su esposa.

Me parece bien que Paola proteste y reclame, todo el derecho le asiste, pero que la comunidad deportiva sepa que ella también representa a una liga, que está desarrollando actividades dirigenciales en su disciplina y quiénes son sus compañeros de fórmula.

Ahora los deportistas están solicitando asiento en el Consejo Directivo del IPD, pero es un contrasentido, porque no se puede ser juez y parte en esa instancia. Para eso están los exdeportistas. Aunque éstos tampoco garantizan nada, como aconteció con el caso del ya mencionado Óscar Fernández, también de las canteras del atletismo.

MIGAJAS NO

El Estado Peruano no puede seguir ofreciendo mendrugos a sus figuras deportivas. Al año debe establecer un presupuesto mínimo de 100 millones de soles solo para estímulos poderosos entre los más destacados y ayudas sustanciales en su preparación.

Esto que puede parecer utópico no lo es. Pues ese dinero se le pide al mismo Estado que otorgó más de 4,000 millones de soles en fierro y cemento para la infraestructura de los Juegos Panamericanos Lima 2019.

Con esos 100 millones de soles anuales se establecerían premios especiales por medallas olímpicas, récords mundiales, títulos en competencias internacionales del circuito olímpico. Ayudas generosas para que los mejores valores confirmen un prolongado círculo virtuoso.

Establecer, por ejemplo, 500 mil soles por oro olímpico, 300 mil por oro Panamericano y 150 mil por oro en Odesur. Dejaremos de enviar deportistas “para que ganen experiencia” por atletas dispuestos a dejar la piel en sus pruebas.

Cuando los deportistas peruanos empiecen a sonar con triunfos en el firmamento mundial no habrá mejor campaña de imagen para el país. La inversión de 100 millones de soles será una bicoca para tremendo impacto publicitario.

Es hora de apoyar con montos holgados a los contados deportes que tienen una huella en el concierto internacional y que en cada intervención confirman las expectativas que se fijaron en ellas.

Una vez que se consolide este sistema se podrá ir por las otras disciplinas que demuestren progresos tangibles. Así como se exige competitividad y resultados al deportista, también se le debe pedir gestión y capacidad al dirigente.

En esta era digital está demás esa papelería burocrática que quiere normar todo y no consigue sino abrir grietas para “los más vivos”. Olvídense de esos metodólogos caribeños acostumbrados a trabajar en escasez. No somos ricos, pero el Estado tiene recursos para un proyecto más ambicioso.

Los deportistas de alta competencia necesitan vivir bien y entrenar sin presiones materiales. Inviertan en ellos y verán que en un solo ciclo olímpico aparecerán figuras que jamás imaginaron. Los que vienen detrás de ellos sabrán que el sacrificio tendrá una gran recompensa pecuniaria y estarán dispuestos a todo por alcanzarla.

*Periodista y editor del blog: www.unavozunavez.blogspot.com